“Si Sheila estuviera aquí”. Esa frase se ha convertido en el amargo consuelo de los familiares y amigos de Sheila Lisbeth Berroa de Peña, la joven de 24 años cuya vida se apagó el pasado 8 de abril bajo los escombros del techo de la discoteca Jet Set.
Sheila no era una visitante asidua de la vida nocturna.
Residente en Canadá, donde se destacó como una estudiante brillante y gerenciaba una sucursal de Planet Fitness, se encontraba en República Dominicana por un trámite migratorio.
“Sheila era una joven muy aplicada con sus estudios y en todos los lugares que estudió se ganó reconocimientos, medallas, diplomas y demás”, así la recuerda su padre René Berroa.
Según narró su hermana Marbella Berroa, Sheila habría visitado la República Dominicana porque debía renovar el permiso de trabajo, y tras haber permanecido alrededor de tres semanas en el país, visitó el club nocturno acompañada de un amigo para disfrutar de uno de los populosos lunes merengueros, en el que tocaba junto a su orquesta el artista Rubby Pérez.
“Ella estaba haciendo su vida normal en Dominicana; incluso yo fui con ella a la playa, a Bayahíbe; ella estaba haciendo su vida normal, y lo del Jet Set fue una noche más de una joven que estaba disfrutando su vida. Ella estaba con un amigo del colegio, y él, gracias a Dios, sobrevivió, y escuchándolo a él hablando, también había otras personas en la mesa y ellos también sobrevivieron”, expresó.
Esa noche, lo que debía ser un «lunes de merengue» junto a la orquesta de Rubby Pérez, se transformó en una herida abierta para dos naciones.
La noticia llegó a su familia en Canadá de la forma más cruel: el silencio de un chat de WhatsApp.
Sin tener conocimiento de que Sheila estaría esa madrugada en el trágico lugar, su hermano, Franclin Berroa, residente en Canadá, comentó que él preguntó sobre la tragedia porque se rumoraba el fallecimiento de un hijo de una profesora de Sheila, quien precisamente falleció también en el siniestro.
“Yo me levanto esa mañana y en el grupo de WhatsApp de los amigos del colegio se comentaba sobre la tragedia y están hablando de esa persona que también falleció y que era hijo de una profesora muy querida del colegio de La Salle de Higüey, entonces todos están hablando del muchacho; yo había visto sus historias en Instagram y sabía que él estaba ahí. Yo decía: «Wow, por las fotos que yo veo, el número será más alto de ahí», y digo: «Vamos a rogar porque ese muchacho aparezca».
Prosiguió narrando que, tras colocar esas palabras y preguntar por la persona fallecida en el grupo de WhatsApp, nadie respondió a su mensaje, y el silencio predominó en el chat virtual por más de 20 minutos, hasta que un amigo le escribió al chat privado: “Franclin, se está comentando que Sheila también estaba ahí, ¿es cierto?”
Pero tras deducir que la joven comúnmente no frecuentaba ese tipo de escenarios, ni era partidaria de las bebidas alcohólicas y el baile, negó que ella estuviera ahí y prosiguió a escribirle: “Sheila, la gente está diciendo cosas feas, está diciendo que tú estabas en el Jet Set”.
Pero al no llegarle el mensaje, “eso me dio una alerta roja, eso me nubló la vista y me dijo que Sheila sí estaba ahí”.
Finalmente confirmaron el paradero de Sheila porque el amigo que la acompañaba informó que ella estaba con él; no confirmó su fallecimiento, pero sí que había acudido al lugar.
“Más o menos a la media hora, diez o diez y media de la mañana, de esa primera llamada, me llama mi tía y me dice: “Franclin, arranquen para República Dominicana, Sheila está en el Inacif”, y así nos enteramos. De los primeros cadáveres que salieron, Sheila estuvo ahí”, narró Franclin.
“Yo sí puedo decir que yo me volví loca, yo empecé a caminar en la casa, gritando piedad aquí sola”, expresó Marbella Berroa, hermana de Sheila, entre lágrimas, al recibir la devastadora noticia.
Sus familiares revelaron que la joven falleció tras recibir una contusión en la cabeza.
Manifestaron que tras la muerte de Sheila, muchas personas se solidarizaron con ellos, principalmente de la comunidad en Canadá, y hasta conservan una libreta con escritos que sus compañeros de trabajo, personas de diferentes países, que ellos no conocen, redactaron en honor a la memoria de la joven.
“Sheila era una muchacha que todo el mundo quería; era una muchacha súper sociable. Ella conocía a todo el mundo y a todo el mundo le caía bien. En este cuaderno hay cosas en hindú, en inglés, hawaiano… Del impacto que tuvo Sheila”, expresó Marbella.
“La cantidad de personas que ella impactó, que nos buscaban, que nos llamaban y nos decían: ‘Estamos con ustedes para lo que sea’, fue lo que nos dio las fuerzas para aceptar lo que estaba pasando”, expresó su hermano.
Impacto internacional
El legado de Sheila trascendió fronteras. En Canadá, sus compañeros de trabajo —personas de diversas nacionalidades— crearon un cuaderno de memorias con mensajes en inglés, hindú y hawaiano, testificando el impacto de su personalidad afable.
«La cantidad de personas que ella impactó fue lo que nos dio las fuerzas para aceptar lo que estaba pasando», relata su hermano Franclin.
A pesar de las muestras de afecto globales, la familia Berroa denuncia una ausencia total de humanidad por parte de los propietarios del establecimiento. René Berroa, padre de la víctima, es enfático: “No recibimos ninguna solidaridad de los dueños del Jet Set. Cero. Ni con nosotros, ni con los demás afectados”.
Ante lo que consideran una tragedia evitable en un lugar supuestamente seguro, la familia ha emprendido una demanda legal contra los hermanos Espaillat, propietarios de la discoteca.
«Espero que haya justicia, pero justicia de verdad. Esto no se puede quedar así», concluye su hermana Marbella, mientras el recuerdo de Sheila permanece vivo entre el frío de Canadá y el calor de su natal Yuma.