A propósito del colapso ocurrido el 27 de diciembre en el Hospital Simón Stridels, en la provincia Azua, el 2025 podría cerrar con una preocupante cadena de derrumbes de techos y edificaciones en distintos puntos de República Dominicana.

Los hechos, registrados en contextos diversos —obras privadas, espacios de entretenimiento, viviendas y proyectos estatales—, tienen un elemento en común: fallas en el control, la regulación y la supervisión de las infraestructuras.

El incidente más reciente ocurrió durante los trabajos de ampliación y remozamiento del Hospital Simón Stridels.

Según informó el contratista responsable de la obra, el colapso se produjo durante el proceso de vaciado de la losa del piso del segundo nivel, en un área específica del proyecto.

El Servicio Nacional de Salud (SNS) explicó que se trató de un evento “técnico parcial” y aseguró que no representó riesgos para la población ni para el personal, ya que el centro de salud se encuentra cerrado temporalmente como parte del cronograma de intervención.

Las autoridades también precisaron que no hubo personas afectadas.

Aunque este hecho no dejó víctimas, se suma a una lista de derrumbes que, en algunos casos, sí cobraron vidas humanas y generaron una fuerte alarma social.

Uno de ellos ocurrió el 31 de enero de 2025 en el sector Villa Nazaret, en la provincia La Romana. Pasadas las 12:00 del mediodía, una construcción de tres niveles colapsó de manera repentina, dejando a cinco trabajadores atrapados bajo los escombros.

El balance final fue de tres personas fallecidas.

Más tarde del colapso, Bárbara Guerrero, funcionaria del Departamento de Planeamiento Urbano del ayuntamiento de La Romana, confirmó que la obra no contaba con los permisos correspondientes.

La funcionaria señaló que se trataba de una construcción informal, sin ningún tipo de permisología.

“Son construcciones que no cuentan con ningún tipo de permisología y esas son las consecuencias de este tipo de acciones”, había comentado.

El caso más impactante del 2025, sin embargo, se registró en la madrugada del 8 de abril, cuando el techo de la discoteca Jet Set se desplomó en pleno concierto, con cientos de personas dentro del establecimiento, entre ellos el cantante de turno: Rubby Pérez, merenguero dominicano.

El derrumbe transformó la noche de diversión en una escena de caos y desesperación, y se convirtió en una de las tragedias más graves de la historia reciente del país.

El saldo final fue de 236 fallecidos y 180 heridos.

Meses después, el 29 de septiembre de 2025, un nuevo colapso se produjo en el ensanche Ozama, en Santo Domingo Este: una vivienda colapsó como consecuencia de las fuertes lluvias provocadas por el paso de una onda tropical.

El evento volvió a evidenciar la vulnerabilidad de muchas edificaciones ante fenómenos climáticos, especialmente en zonas urbanas muy pobladas y con infraestructuras levantadas sin criterios técnicos adecuados.

La lista continuó el 26 de octubre de 2025, cuando un edificio en construcción se derrumbó en el sector San Antonio, en San Cristóbal. El colapso afectó un vehículo que se encontraba en las inmediaciones.

De acuerdo con los reportes, el hecho estuvo asociado a los fuertes vientos y lluvias del huracán Melissa. En este caso, no se reportaron personas heridas.

Expertos en ingeniería y urbanismo han coincidido en que muchos de estos derrumbes tienen su origen en la falta de permisos, la informalidad en la construcción y la débil supervisión de las obras, tanto privadas como públicas. 

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