República Dominicana ha sido una de las economías más dinámicas de América Latina en las últimas seis décadas, pero recientes datos muestran signos de desaceleración. A pesar de los avances en diversos sectores, el país enfrenta desafíos estructurales que podrían comprometer su desarrollo a largo plazo.
El crecimiento, que superó el 5%, ha caído al 3% en los últimos tres años, el nivel más bajo desde la crisis financiera de 2004, excluyendo el período de la pandemia. Esta desaceleración, según economistas, es típica de economías en transición que alcanzan un producto interno bruto (PIB) per cápita de entre US$12,000 y US$15,000 y enfrentan dificultades para mantener su dinamismo.
Los especialistas advierten que la crisis educativa y la baja inversión en infraestructura son factores clave que limitan la competitividad del país. La insuficiencia de infraestructura impacta directamente la eficiencia del comercio y la productividad de las empresas, mientras que la deficiencia en la educación limita la formación de capital humano, crucial para la transformación económica.
El foro “Perspectivas Económicas 2025: Puntadas a tiempo… evitan remiendos”, organizado por Ecoanalítica, que reunió economistas para analizar los desafíos que enfrenta el país y proponer estrategias para superarlos, destacó que la baja inversión en infraestructura y educación son los principales obstáculos para mantener el ritmo de crecimiento económico.
Alejandro Grisanti, presidente de Ecoanalítica y moderador del evento, destacó que el crecimiento económico del país ha sido su mayor activo, permitiendo un progreso social donde las nuevas generaciones cuentan con mejores oportunidades que sus predecesores. Sin embargo, señaló que, en los últimos tres años, el crecimiento del PIB ha sido inferior al 3%, algo inusual en la historia reciente del país, con excepción de crisis como la del covid y la financiera de 2004.
“Estos últimos tres años podrían ser los de menor crecimiento en seis décadas. Es una alarma que debemos discutir”, advirtió. Además, mencionó que otros países latinoamericanos, como Perú, Chile y Colombia vieron ralentizar su economía al alcanzar un umbral en el que también se encuentra la media isla.
Crisis educativa
Uno de los temas centrales del foro fue la calidad de la educación, considerada fundamental para la competitividad económica. El coordinador de Economía del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Richard Medina, reconoció que, si bien el 4% del PIB destinado a la educación mejoró la infraestructura escolar, los avances en calidad docente siguen siendo insuficientes.
“El gran reto es transformar la infraestructura en un sistema educativo de calidad. Sin mejorar la formación de los maestros, será difícil aumentar la productividad laboral y atraer inversiones”, afirmó Medina.
Comparó la situación dominicana con Costa Rica, un país que ha logrado captar inversiones en sectores tecnológicos gracias a la calidad de su educación. Por su parte, el exministro de Economía, Planificación de Desarrollo (MEPyD), Juan Ariel Jiménez, fue más crítico: “Tenemos una crisis educativa profunda”. Indicó que según pruebas internacionales como el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes o Informe PISA y el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), el 20% de nuestros estudiantes está por debajo del promedio latinoamericano.
“Aún peor, los alumnos de mayores ingresos en el país tienen un rendimiento inferior al de los estudiantes más pobres en otras naciones de la región”, señaló. Jiménez enfatizó que la solución pasa por fortalecer tres áreas clave: la formación docente, el liderazgo directivo y la educación inicial. “Hasta que no reconozcamos la magnitud de esta crisis, no tomaremos las decisiones necesarias para una reforma real”, advirtió.
Además, los panelistas hicieron énfasis en el impacto de la deficiente educación en la productividad laboral. Medina citó un estudio del Banco Mundial que indica que un trabajador promedio dominicano es un 40% menos productivo que sus pares en países con educación más robusta. “Si queremos competir en la economía global, debemos elevar nuestro capital humano”, dijo.
Otro de los puntos destacados del foro fue la necesidad de incrementar la inversión en infraestructura. Alejandro Grisanti alertó que la inversión en capital público ha caído a niveles históricamente bajos, representando apenas el 2.2% del PIB, cuando organismos internacionales recomiendan un mínimo del 5%. Jiménez reforzó esta preocupación, destacando que el país ha descuidado proyectos estratégicos para su desarrollo productivo.
“Las infraestructuras más relevantes, como los principales aeropuertos y puertos, han sido construidas por el sector privado. Necesitamos una inversión estatal más efectiva”, explicó. En ese sentido, mencionó que proyectos como el puerto de Manzanillo, la autopista del Ámbar, el acueducto de La Altagracia y la mejora de la carretera del sur son fundamentales para el crecimiento económico del país. “Si queremos seguir creciendo, debemos impulsar una cartera de proyectos bien planificada y eficiente”, advirtió.
Grisanti también alertó sobre el déficit energético y la necesidad de diversificar la matriz energética. “Dependemos de combustibles fósiles importados. Sin una estrategia clara de energías renovables y almacenamiento, enfrentaremos problemas de competitividad”, afirmó.
Planificación
Richard Medina planteó que cualquier estrategia de crecimiento debe considerar una reforma fiscal estructural, no solo una tributaria. “Se intentó abarcar demasiado en la última reforma sin suficiente diálogo con el sector privado y la sociedad”, mencionó, sugiriendo que el país debe definir prioridades de inversión y gasto.
El panel coincidió en que la evasión fiscal sigue siendo un problema grave. Juan Ariel Jiménez señaló que el 60% de los trabajadores dominicanos están en la informalidad, lo que reduce la base tributaria y limita la capacidad del Estado para financiar servicios públicos. “Necesitamos un sistema tributario más eficiente, pero también incentivos para formalizar el empleo”, expresó.